Muchas veces nos encontramos mal y no sabemos cuál es la causa, vamos al médico, nos hacemos análisis y no encuentran nada.
Estamos cansados, sin fuerzas o tenemos náuseas, una ansiedad que nos agota, nos duele todo y no hay ningún motivo para estar así…simplemente somatizamos un malestar que viene de nuestros pensamientos.
En esos momentos es necesario pararse a observar qué nos decimos a nosotros mismos, ¿qué píldoras nos damos a nosotros mismos? , ¿son vitaminas? O nos vamos envenenando poco a poco…
Podemos hacer un ejercicio muy fácil e inmediato: escribimos lo que hemos pensado en una situación concreta y a continuación ponemos cómo nos hemos sentido al pensar eso para ver claramente las consecuencias, como muchas veces son pensamientos automáticos es bueno hacerse consciente de ellos escribiéndolos.
Por ejemplo, si cuando hemos tenido un problema en el trabajo, después de una discusión de pareja, o ante una rabieta de nuestro hijo, pensamos: “soy un desastre” nos descalificamos globalmente como personas y nos lo repetimos continuamente en cada situación, creamos un nuevo circuito neuronal, una huella en nuestro cerebro, el cual cree que es una verdad cierta y comprobada, mandando al cuerpo mensajes de desánimo, agotando sus fuerzas, bajando sus defensas, pues si ya somos “un desastre” no se puede hacer nada más, ese es el mensaje que nos mandamos y que nos paraliza, minando nuestra salud.
Nuestra mente puede ser nuestro peor enemigo, puesto que es la voz interior que va con nosotros todo el tiempo y en muchos casos nuestro juez más severo.
Hay que cambiar los mensajes que nos decimos a nosotros mismos, aceptándonos como somos, con cosas que no se pueden cambiar y otras que sí, lo importante es saber diferenciarlas y controlar esos pensamientos automáticos, porque así lograremos sentirnos bien mental y físicamente.
PsicoActive.