Durante nuestra infancia estamos continuamente preguntando el porqué de las cosas, todo nos interesa, aprendemos materias y conceptos nuevos a diario, hacemos múltiples intentos para lograr nuestros fines y aunque fracasemos lo volvemos a intentar.
Según vamos haciéndonos adultos nos acomodamos en unas rutinas fijas, poco a poco ponemos el piloto automático y dejamos de hacer y aprender cosas nuevas, te quedas con lo que sabes. La curiosidad se nos va apagando.
Ya en la etapa escolar nos van delimitando las líneas en las que mantenernos, con las respuestas correctas dadas y nos enseñan a seguir el camino esperado, a cumplir con lo que se espera de ti, haces lo que te van indicando, y sigues la trayectoria delimitada, acabas el colegio, vas a la universidad (o eliges formarte en una profesión), consigues un trabajo y disfrutas haciendo lo correcto con buenos resultados Eres recompensado por actuar adecuadamente externa e internamente.
La consecuencia de todo ello es que, sin darte cuenta, te vas acomodando gradualmente en tu “zona de confort”. Es muy beneficioso actuar así y vivir dentro de ella, te sientes seguro y protegido, estás confiado porque todo está bajo control, no hay estrés o ansiedad, sabes lo que va a pasar y tienes reglas fijas y hábitos para manejar el futuro.
Pero existe un lado oscuro en esta comodidad, en donde puedes tener sensación de estar atrapado, de estancamiento, frustración porque la zona de confort tiene unos límites reducidos. Podemos responsabilizar a los demás, a los padres por el tipo de educación, al sistema educativo por condicionarnos a seguir un camino particular, al coste elevado de la vida…pero lo cierto es que a lo largo del camino hemos ido renunciando al poder que nos permitiría cambiar la situación. Postergamos todo lo que nos gustaría hacer, las “asignaturas pendientes” de nuestra vida: no escribimos el libro que habíamos planeado, no hacemos el viaje soñado…
La zona de confort es algo artificial, no es un límite real, es un límite creado por tu propia mente, por tus miedos: al fracaso, a cometer errores, a parecer tonto; crees que no eres lo suficientemente bueno, te preocupa lo que los demás piensen u opinen de ti…y no sabes cómo arrancar, ¡cómo dar el primer paso!
Es posible que tengas miedo a tener éxito y a los cambios que esto puede traer a tu vida y la responsabilidad que esto conlleva. Y para evitarlo lo vas postergando.
Cuando logras empezar a centrarte en el crecimiento personal en lugar de en la comodidad, empiezas a empoderarte y a coger el control de tu vida, logras una perspectiva más positiva ya que incluso las circunstancias más complicadas son oportunidades para crecer; al actuar así te centras en el presente, abres los ojos a nuevas situaciones y te haces consciente de que el pasado no tiene que determinar tu futuro, y te haces responsable de tu propia experiencia, proyectando tu vida como la deseas.
Si sigues esperando a que llegue el momento adecuado o a la motivación que te llenará de energía, no darás el primer paso nunca, seguirás depositando la responsabilidad de tu vida en los hombros de otra persona o del tiempo o la suerte
La motivación viene de la acción, cuando actúas creas la confianza en ti mismo para hacer cosas, generas un impulso que te llevará a una secuencia de circunstancias que no habías previsto. Lo que hagas no tiene que ser un gran salto, presionarse demasiado puede llevar al miedo paralizante, el riesgo excesivo es sentido como estar fuera de control, con lo cual no lograríamos el objetivo buscado.
Avanzar no quiere decir que reniegues de todo lo que te rodea y te hace sentir bien, todo eso te acompaña y ayuda, simplemente dejas ir lo que no te sirve ya y es un lastre.
Cada paso que das fuera de tu zona de confort es una prueba de realidad en la que te das cuenta de que no sólo sobrevives, si no que prosperas, estás tranquilo y relajado; y cada siguiente paso es más fácil, la zona de confort se hace más grande gracias a tus actos.
Incluso un pequeño paso puede ser suficiente para tener una nueva perspectiva, nuevos e ilusionantes proyectos y fortalecer la confianza en los pasos que daremos para construir nuestro futuro.
La primera decisión es elegir el paso que daremos primero para intentar salir de nuestra zona de confort.
SOLEDAD ROUSTAN GULLÓN
Psicóloga colegiada M-20027
PSICOACTIVE